Por Martín Ramos Aldrete Director de Colegio Ceydi Culiacán
Como has comenzado a leer este artículo, lo más probable es que formes parte de los muchos padres que nos interesa que nuestros hijos nos obedezcan. Con más o menos sorpresa, la mayoría hemos experimentado que esto no resulta tan fácil como creíamos. Es por eso que a continuación trataremos de dar unos consejos que esperamos resulten útiles:
1. Fortalece tu autoridad
La autoridad no se ejerce sólo con las sanciones, sus procedimientos son tan variados como el ejemplo, los consejos y hasta el mismo silencio.
Tampoco consiste en exigir de forma arbitraria, autoridad es, según su etimología, desarrollar, hacer crecer, aumentar las capacidades del otro.
2. Fray ejemplo es el mejor predicador
La autoridad se gana especialmente con el ejemplo, no con imposición.
Algunos errores al respecto son:
- Para exigirle que no grite, le gritamos.
- Peleamos enfrente de ellos y les exigimos que no peleen entre ellos.
- Mis vicios si, los tuyos no.
3. Tener coherencia al mandar
En primero lugar pedimos a nuestros hijos lo que les hace un bien a ellos y al bien común familiar. No se mandan caprichos ni para satisfacer necesidades personales de los padres. Las cosas que se mandan tienen una razón de ser y, cada vez que veamos prudente, debemos explicar las razones de conveniencia de lo que se manda.
4. Mandar cosas accesibles y apropiadas a la edad de los hijos.
Debemos estar seguros de que las condiciones están dadas para ser obedecidos, de lo contrario nos arriesgamos a desgastar nuestra autoridad.
5. Mandar con la seguridad de ser obedecido
Mandar con la serenidad de quien sabe que será obedecido y al mismo tiempo con firmeza, no con angustia y desesperación de quien sabe que nunca le obedecen.
6. No pedir que nos obedezcan en tono suplicante
No es un favor el que nos hacen obedeciendo y tampoco debemos mostrar debilidad. No querer chantajearlos con frases como: ¡Un día de estos me vas a matar! o ¡lo haces para verme sufrir!, etc.
7. Enseñarlos a obedecer “a la primera”
Di las cosas una vez y, después pon los medios para que no tengas que repetir la orden. Esto es, dar seguimiento a la orden, aunque tengas que dejar lo que estás haciendo, trasladarte hasta donde está tu hijo o hijos, si es pequeño llevarlo del brazo a que ejecute la orden, etc.
8. No mandar con gritos y amenazas
La firmeza no está peleada con la paciencia y la ecuanimidad. No podemos depender de nuestros estados de ánimos a la hora de mandar y corregir a nuestros hijos, porque ellos se quedaran con la emoción negativa y no con la razón de lo mandado o corregido.
9. Ser consistente a la hora de mandar
Ayuda mucho tener horarios, normas y costumbres claras, etc. Procurar no ser volubles y estar pasando de ser padres permisivos a estrictos, de sobreprotectores a desentendidos, de consentidores a represores, etc. Esto produce entre otras cosas, desconcierto en los hijos.
10. ¡Paciencia. Mucha paciencia!